martes, 20 de enero de 2009

Viajero - Voyageur (casi un haiku)

Ilustración del libro:
La vuelta al mundo en ochenta días

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"C'etait un homme
qui avait dû voyager partout
-en esprit, tout au moins"

Jules Verne
(Le tour du monde en quatre-vingts jours)

Es prosa.
Es parte del relato de la novela
“La vuelta al mundo en ochenta días”
(y de una descripción de
su personaje principal: Phileas Fogg).
Sin embargo, dispuesto así,
en tres líneas,
resuena como un haiku.

Casi un haiku, en francés.

Lo que en una versión libre
haiku-castellana podría ser:

“Era un hombre que
parecía viajado
-con su alma al menos”

(Traducción: Daniel Martín Duarte Loza)

El haiku -que es una de las formas
que adopta la poética japonesa-
responde a una métrica fija.
En una traducción a occidente
-y al alfabeto occidental,
tratando de no perdernos en la traducción-
se trataría de poemas compuestos
-en su estructura más difundida-
de tan sólo tres líneas, dotados de:

cinco sílabas
luego: siete sílabas
y otra vez, cinco

[Entusiasmado con la forma
y la auto-referencia
esta descripción intentó ser,
a su vez, un haiku]

El linaje del haiku japonés
nos va a hablar de las estaciones del año
o de otras temáticas específicas
a ser abordadas a lo largo
de la composición poética.
En América Latina asume otras caras
y como en el entrañable Mario Benedetti
hasta se acerca al tango
(probablemente inspirado
en ese otro maestro de Tacuarembó,
ese que cada día canta mejor).

Leer el texto del admirado Verne
nos inspira a recorrer el mundo.
Leyéndolo como un haiku,
llegamos, casi sin esfuerzos,
a Japón (y en un santiamén).

Mapa antiguo de Japón (Abraham Ortelius, siglo XVI)
Continuando en esta línea podríamos dar:
“La vuelta al día en ochenta mundos”
o leer el libro homónimo de Julio Cortázar.
Y, así, seguir viajando con el alma, al menos
y con los oídos bien despiertos.

(Dedicado a Andrés Duarte Loza y a Laura Torres)